sábado, 12 de noviembre de 2011

JoePa, la caída de un mito


Durante esta semana no se ha hablado de otra cosa que del escándalo Sandusky, ex entrenador de Penn State, que ha salpicado al mismísmo Joe Paterno, posiblemente el entrenador más mítico y uno de los más queridos de la historia de la NCAA. Victor Mendoza, un compañero de charlas de football, ha escrito una entrada en la que recoge los acontecimientos a la vez que da su opinión al respecto, con la que, por cierto, coincido al 100%.  

Asco. Eso es todo lo que uno puede sentir ante el escándalo destapado recientemente, que ha sacudido las entrañas del College Football al completo y ha convertido a Happy Valley en el epicentro de uno de los casos más repugnantes que se puedan recordar, no sólo en el College Football, sino en la historia reciente de los EE.UU. Un escándalo que ha salpicado a toda la universidad, y se ha llevado por delante a una de las figuras más respetadas y admiradas hasta ahora de todo el deporte americano, el Head Coach del equipo de football, Joe Paterno.


Jerry Sandusky era un antiguo jugador de Penn State y fue, durante más de 20 años, el coordinador defensivo de los Nittany Lions. Además, era el fundador de una sociedad benéfica, The Second Mile, en la que ayudaba a niños desfavorecidos. Como Joe Paterno, se había pasado más de media vida trabajando para la universidad.

Pero todo eso no era más que una fachada que ocultaba la nauseabunda realidad. Bajo esta afable apariencia, se escondía un monstruo que aprovechaba sus influencias para agredir sexualmente y violar a varios de los chavales que captaba en su organización benéfica. Hay 40 casos reportados, y seguramente aún más que no hayan salido a la luz.

Un crimen execrable, sí, pero el caso no se resume únicamente en los desvíos y crímenes de un pervertido. Esto es algo que ha salpicado a toda la universidad de lleno, y ha demostrado la hipocresía que se hallaba oculta tras toda la parafernalia sobre los valores y la obligación de formar a la gente que vendía JoePa.

Una noche de 2002, Mike McQuaery quién entonces era un asistente graduado entró a los vestuarios del equipo de football, y oyó unos ruidos sospechosos procedentes de las duchas, las cuales a esas horas debían estar desiertas. Al asomarse, se encontró con una escena repugnante. Sandusky estaba violando a un chaval de unos 10 años. McQuaery que hasta hoy mismo ocupaba un puesto de entrenador asistente, se alejó del lugar, y al día siguiente informó a JoePa de los incidentes.

Éste, a su vez, informó a su superior directo, el AD Tim Curley y al responsable del departamento de la Policía del campus, Gary Schultz. Estos, tras hablar con JoePa y con el asistente, se limitaron a “prohibir a Sandusky el acceso a las instalaciones de football de la universidad si estaba acompañado por menores de su fundación”. Nada más. No investigaron el caso, no lo denunciaron, no hicieron nada por evitar que Sandusky siguiera con su vida. De hecho, ambos están acusados por encubrir el caso.

Esto es aún más grave cuando se tiene en cuenta que cuatro años antes, en 1998, llegó a oídos de ambos que Sandusky había abusado sexualmente de otro menor, en circunstancias muy parecidas al incidente que les acababan de reportar. Ahora tenían el testimonio fiable de uno de sus asistentes, y ni siquiera se molestaron en preguntarle sobre la nueva víctima para intentar localizarlo y aclarar los hechos.

¿Y qué hizo JoePa, el hombre que promueve los valores, el hombre que no sólo es un entrenador, sino un referente moral, el hombre para el que, aún más importante que formar a sus jugadores deportivamente, era hacerlo académicamente? ¿Qué hizo el hombre con más poder del campus ante un caso de tamaña magnitud?

Pasar de largo. Sandusky siguió paseándose sin problemas por el campus y usando las instalaciones de football mientras JoePa ignoraba el hecho de que un pedófilo andaba libre en su campus. Sí, reportó el incidente a sus superiores, y es lo que le salvará de una condena penal. Pero moralmente, ¿qué inocencia tiene alguien que convive durante 9 años con semejante monstruo y ni se preocupa por saber si sus superiores han investigado el caso? El mito que tardó más de 40 años en forjarse, ha tardado apenas unos días en caer y dejar a la vista la hipocresía y falsedad que lo corrompían.

Joe Paterno tal vez no sea culpable penal. Pero moralmente, su actuación es tan execrable como la de Curley y Schultz. El hombre que durante 40 años promulgó el valor de formar a los jóvenes, pasó de largo ante uno de los crímenes más abyectos que se pueden cometer.

No sólo ha caído el entrenador de un equipo de football. Ha caído un mito. Lo que hasta hace una semana era uno de los iconos de todo el país, un referente, alguien en quien fijarse, ha resultado ser una mentira.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario